0-0 | El equipo blanquiazul frena su caída con un empate ante el Espanyol donde mostró argumentos de mejoría.
Dos tiros al larguero y la buena actuación de Casilla evitan el triunfo de los de Schuster Darder fue el mejor, pero sigue la sequía goleadora.
El Málaga se había convertido de un tiempo a esta parte en una verbena, en un equipo facilón que regalaba ocasiones, goles y puntos a todo el que se cruzaba en su camino. Lo fue con Osasuna, no intimidó al Real Madrid e hizo el ridículo contra el Celta. Unos síntomas que denotaban un receso en el conjunto blanquiazul, una caída en picado hacia el abismo.
Ayer un buen Málaga puso fin a la horrorosa sangría de goles encajados y de puntos no cosechados con dos premisas de fútbol que no debieron de desterrarse nunca de este equipo: trabajo y concentración. Dos pilares que deberían ser lo mínimo exigible a cualquier plantel.
Apoyados en esos dos conceptos, el conjunto de Schuster empató ayer sin goles en Cornellá en un partido donde mereció más, donde se mostró más entero que su rival y donde también evidenció síntomas de clara mejoría con respecto al duelo del pasado sábado con el Celta.
Desde luego, no era difícil maquillar la imagen de los blanquiazules tras la manita de los gallegos, pero el Málaga se aplicó para intentar incluso acabar con su sequía de triunfos, que se eleva a cinco jornadas sin celebrarlo. Anímicamente, un resultado como el de la jornada anterior hace mella, te puede dejar tocado. Pero el Málaga se mostró muy sobrepuesto al varapalo y recuperó un ideario que sí había mostrado en las primeras jornadas de Liga, donde se acumulaban los halagos tras cada actuación.
En esta reacción en Cornellá hay que repartir el mérito entre los jugadores y Schuster, aunque con ligero peso sobre el alemán. En apenas tres días, la mano del técnico no es que se haya hecho notar por arte de magia, simplemente se ha dejado los experimentos para otro momento del curso. El germano recuperó algunas de las piezas que mejor se han engarzado en el engranaje malaguista este curso como Darder, Fabrice y Eliseu. A los tres los puso en el once, recuperó el sistema 4-1-4-1 y apostó por un equipo más equilibrado en todas sus líneas e incluso más «juntito», como apuntaba en la previa.
El Málaga se había convertido de un tiempo a esta parte en una verbena, en un equipo facilón que regalaba ocasiones, goles y puntos a todo el que se cruzaba en su camino. Lo fue con Osasuna, no intimidó al Real Madrid e hizo el ridículo contra el Celta. Unos síntomas que denotaban un receso en el conjunto blanquiazul, una caída en picado hacia el abismo.
Ayer un buen Málaga puso fin a la horrorosa sangría de goles encajados y de puntos no cosechados con dos premisas de fútbol que no debieron de desterrarse nunca de este equipo: trabajo y concentración. Dos pilares que deberían ser lo mínimo exigible a cualquier plantel.
Apoyados en esos dos conceptos, el conjunto de Schuster empató ayer sin goles en Cornellá en un partido donde mereció más, donde se mostró más entero que su rival y donde también evidenció síntomas de clara mejoría con respecto al duelo del pasado sábado con el Celta.
Desde luego, no era difícil maquillar la imagen de los blanquiazules tras la manita de los gallegos, pero el Málaga se aplicó para intentar incluso acabar con su sequía de triunfos, que se eleva a cinco jornadas sin celebrarlo. Anímicamente, un resultado como el de la jornada anterior hace mella, te puede dejar tocado. Pero el Málaga se mostró muy sobrepuesto al varapalo y recuperó un ideario que sí había mostrado en las primeras jornadas de Liga, donde se acumulaban los halagos tras cada actuación.
En esta reacción en Cornellá hay que repartir el mérito entre los jugadores y Schuster, aunque con ligero peso sobre el alemán. En apenas tres días, la mano del técnico no es que se haya hecho notar por arte de magia, simplemente se ha dejado los experimentos para otro momento del curso. El germano recuperó algunas de las piezas que mejor se han engarzado en el engranaje malaguista este curso como Darder, Fabrice y Eliseu. A los tres los puso en el once, recuperó el sistema 4-1-4-1 y apostó por un equipo más equilibrado en todas sus líneas e incluso más «juntito», como apuntaba en la previa.
Comentarios
Publicar un comentario