(1-2) El Málaga consigue los tres puntos ante el Betis tras remontar en los últimos minutos el tanto de Lolo Reyes en la primera parte – Juanmi y Darder certificaron el triunfo que aleja a los blanquiazules cinco puntos sobre la zona de descenso – Rubén Castro falló un penalti en el descuento
Era un partido a vida o muerte, un duelo bajo la lluvia donde sólo podía quedar uno, una final cargada de dramatismo. El Málaga estaba invitado a un funeral del que se desconocía el nombre y los apellidos. Y el «crimen» se certificó rozando la hora bruja, justo cuando Rubén Castro mandaba el penalti del presunto empate a la madera y con él las esperanzas de permanencia verdiblancas. La tristeza bética contrastaba con la alegría malaguista. Mientras unos sacaban billete para Segunda, los blanquiazules ponían de nuevo tierra de por medio en busca de la salvación. Cinco puntos de colchón que vuelven a dar vida a un Málaga que estuvo moribundo muchos minutos de juego. Demasiados. Pero un giro del destino cambió todo en apenas siete minutos.
Hoy la alegría de la victoria en el derbi regional no debe esconder el mal partido malaguista. Dos o tres chispazos de calidad y de rabia ante un rival que estaba atemorizado y que no supo ganar fueron lo único reseñable de un Málaga desconocido y superado en muchos momentos, nada que ver con el de Pamplona y Vigo. Hasta Willy Caballero, el gran héroe malaguista, erró en el tanto bético, lo que no evitó que volviera a salvar al equipo al final del duelo con otra parada imposible.
Si se analiza el duelo de forma resultadista, el Málaga puede sacar pecho. Ha sumado su tercera victoria consecutiva lejos de casa, se coloca con 35 puntos y mira con optimismo el final de Liga con cinco sobre la zona baja. A falta de siete jornadas, muy mal se tiene que dar para que la salvación no se certifique más pronto que tarde. Remontó un duelo complejo en un estadio hostil y contó con el acierto necesario en el momento oportuno.
Sin embargo, la alegría no puede ser plena en el malaguismo. La victoria casi se produjo a hurtadillas y con mucha nocturnidad. Fue en los últimos siete minutos, en un arreón cargado de acierto malaguista, pero también de fallos de los locales. No fue el equipo de Schuster el conjunto sobrio y con las ideas claras que se venía mostrando jornadas atrás. Estuvo descompuesto y superado por el colista durante muchos minutos de juego, a merced de la calidad de los verdiblancos, que brilló por su ausencia.
Y es que el partido de anoche tenía trampa. El estadio más vulnerable de Primera escondía una encerrona, un escollo que no iba a ser nada fácil. Lo sabían en Heliópolis y lo intuía el malaguismo. La lluvia, además, añadía tintes épicos a un partido con más tensión que fútbol.
Al tonto-gol de Lolo Reyes (30´) en un exceso de confianza de Willy –se le escapó de las manos un disparo fácil– el Málaga respondió con ímpetu, pero sin juego. No había un plan definido para remontar. No había casi ni opciones para empatar. Así, Baptistao, Rubén Castro, Jorge Molina... Cada uno tuvo alguna en sus botas para colocar el 2-0. El descanso ni siquiera había servido para aclarar las ideas y el Málaga volvía a mostrarse romo y estéril en ataque.
Pero los cambios –Schuster sacó a toda su artillería e hizo debutar a Rescaldani–, el miedo del Betis en los últimos minutos y la casta de los canteranos encabezada por Juanmi –sublime su puesta en escena– y Darder (grandísimo su primer gol en Primera) fueron suficientes para voltear el resultado y acabar con el Málaga lleno de alegría.
Amrabat, que se vació todo el partido, por fin encontró un socio que entendiera sus desmarques en la figura de Juanmi. El de Coín marcó un golazo de muchos quilates cuando peor pintaban las cosas (83´) y se fabricó una jugada espectacular en la transición al 1-2, justo antes de que de nuevo Amrabat volviera a hacer otra gran jugada que cayese en los pies de Darder para poner el balón en la escuadra de Adán.
Parecía que era el fin de la historia del Betis en Primera, pero el destino le quería esquilmar otra vida al beticismo antes de mandarlo a la tumba. Un penalti absurdo pero claro de Camacho sobre N´Diaye ponía de nuevo en jaque el resultado con el tiempo cumplido. Pero Rubén Castro lo mandó al larguero. Ahí murió el Betis, el partido y sus opciones de permanencia.
El Málaga, feliz, cerró el círculo con un triunfo vital que le permite tomar mucho aire ante del derbi con el Granada del próximo domingo donde de ganar, el conjunto de Schuster prácticamente sellará su permanencia virtual en Primera División.
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