Partido de infarto, sobre todo los últimos minutos. Se adelantaban los locales pero el Málaga conseguía igualar hasta que Duda puso el 2-2 definitivo.
Un gol marca de la casa de Duda, ejecutando con esa clase que solo tienen unos pocos privilegiados una falta al borde del área –con el partido agonizando en el descuento– le sirvió ayer al Málaga CF para sumar un valioso punto en Cornellá-El Prat, que parecía haber volado dos minutos antes, con el 2-1 marcado por Stuani. No era un resultado nada justo esa virtual derrota de los de Gracia. Ni el Espanyol había sido mejor que el Málaga ni el Málaga había sido mejor que el Espanyol. Por eso, el postrero tanto del luso afincado en Rincón de la Victoria fue el digno epílogo a lo visto en los 90 y tantos minutos de juego en territorio perico.
Fue un final de infarto de un partido en el que el Málaga empezó algo despistado, en el que luego mejoró, en el que pareció tenerlo todo perdido con el «chicharro» de Stuani, pero en el que salvó los muebles gracias a la genialidad final de Duda.
El punto de anoche, desde luego, hay que darlo por bueno. Sumar siempre es positivo y si es fuera de casa, mejor aún. Todavía es pronto para sacar conclusiones, pero la pinta del equipo tira más a ser optimistas que a otra cosa. Algunos dirán, y es verdad, que los de Javi Gracia no ganan desde la primera jornada (botella medio vacía), pero otros tampoco mienten si dicen que el equipo solo ha perdido un partido en este primer mes de competición (botella medio llena). No sé, pero a mí las vibraciones del equipo me hacen pensar más en positivo.
Este Málaga de Gracia va poco a poco. Sin prisa, pero sin pausa. Por eso puntitos como el de ayer saben a gloria esperando tiempos mejores de juego y/o resultados.
Aun reconociendo el evidente margen de mejora, al equipo se le ven cositas. La toca con criterio, busca la portería rival con desparpajo, no especula, bascula de forma solidaria hacia atrás y solo tiene la falta de pegada propia de quien no tiene 4 ó 5 millones de euros para gastarse en un delantero centro de esos que te asaeguran 12-15 goles por temporada, que provocan 4 ó 5 expulsiones de los centrales rivales y que venden miles de camisetas en las tiendas del club.
Tras 4 jornadas de Liga, lo que sí parece cerrado es el debate sobre el entrenador. Gracia demuestra partido a partido que tiene las ideas claras. Además, actúa con criterio propio y sin dejarse impresionar por el currículo de sus jugadores o por las filias del entorno. Ha visto mejor a Kameni que a Ochoa y el «manito» sigue inédito por mucho ruido mediático que hiciera su fichaje tras el Mundial. Tampoco le ha temblado el pulso para dejar de inicio a Amrabat en el banquillo o para apostar por jóvenes como Horta, Juanmi o Luis Alberto, por poner tres ejemplos. De momento, los resultados y las formas avalan al navarro.
Anoche fue un partido raro. El Espanyol salió mucho más enchufado. Los de casa mandaron en la zona ancha, presionaron cada balón y enfilaron la meta de Kameni con peligro desde casi el pitido inicial. Un par de fueras de juego muy justos fueron el preámbulo al 1-0 de Caicedo. El exmalaguista aprovechó una asistencia de Sergio para batir a Kameni.
El Málaga, hasta entonces a merced del rival, dio un paso al frente al verse por debajo en el marcador. El Espanyol también es verdad que reculó y el guión del partido cambió. Los de Gracia fueron mucho más verticales, aunque con el desacierto en la pegada típico de estos primeros partidos de temporada.
El descanso sirvió para retocar el esquema de los habitualmente albicelestes ayer vestidos de amarillo anaranjado. Gracia sorprendió mandando a Roque a la ducha para dar entrada a Amrabat. Juanmi se colocó de «9». El Málaga dio más sensación de peligro con el cambio de peones en su dibujo.
Camacho, el mejor como casi cada día, aprovechó un córner botado por Luis Alberto para marcar de cabeza el empate. El 1-1, recién iniciado el segundo tiempo, hizo justicia a lo visto en la primera hora de partido. Los minutos pasaron después sin grandes ocasiones, aunque con el Espanyol más incisivo. Cuando olía a 1-1 final, llegó el «despiporre» de los últimos minutos. Stuani aprovechó una falta inventada por el asistente de Iglesias Villanueva para marcar el 2-1, pero Duda sacó la varita mágica para equilibrar el marcador (2-2).
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