El Málaga consigue su cuarta victoria consecutiva tras vencer a la Real Sociedad con un solitario tanto de Juanmi tras una gran jugada de Amrabat - La seguridad defensiva y el acierto táctico de Gracia, claves
Las lesiones de Sergio Sánchez y Antunes, a expensas de examen médico
La imagen de Nordin Amrabat con las manos sobre sus muslos, inclinado por el agotamiento pero esbozando una sonrisilla picarona denotaba ayer que el partido en San Sebastián había ido bien, que había ido muy bien. El delantero malaguista refleja con esa imagen sin palabras la felicidad del trabajo bien hecho, el cansancio de haberse vaciado en 90 minutos de puro vértigo para conseguir la cuarta victoria consecutiva, para seguir en la pomada de la lucha europea y, sobre todo, para alejarse a 13 puntos de la zona de descenso.
Los goles del partido
Amrabat escenifica el mejor Málaga porque su eclosión futbolística coincide con este póker de triunfos. El holandés es un jabato. Un toro que cuando echa a correr nadie lo puede parar. Lo demostró con el Ganada sin la recompensa esperada, pero lo certificó en Córdoba, ante el Rayo y anoche en San Sebastián, donde ya conocen las hazañas de la estrella blanquiazul después de verlo correr y pelear cada bola que rondaba su radio de acción. En el gol, agarró un balón en el centro del campo, corrió, corrió y corrió hasta el filo del área donostiarra, levantó la cabeza y puso un balón con medidas casi de cirujano a los pies de Juanmi, que llegaba desde atrás para superar con golpeo seco y por la escuadra a Zubikarai. Era el gol de la victoria, un pelotazo de jugada que se viene repitiendo en las últimas jornadas.
Pero este Málaga no se resume en Amrabat y Juanmi, pese a que ambos acaparan la mayoría de los titulares y los elogios en este camino hasta la cúspide. En el libreto de Javi Gracia hay mucho trabajo detrás, mucha disciplina y sobre todo mucha libertad para inventar e imaginar. Los «Samus» volvieron a ser punzones por las bandas. Finas avispas que aunque no produjeron goles y asistencias, llevaron de cabeza a los rivales. Los mediocentros fueron inexpugnables y la zaga, un muro.
El triunfo mantiene al Málaga en la posición en la que arrancó la jornada, pero diez jornadas después del inicio liguero podemos asegurar que este equipo va en serio y que lo de Europa quizás no sea una utopía. Veremos.
Lo que sí está claro es que los rivales van cayendo uno tras otro. La diferencia del conjunto blanquiazul con el resto de equipos de la zona media-baja con los que se va enfrentando es palpable. Un logro que hay que atribuírselo a Javi Gracia, que con iguales o menores mimbres que el curso pasado ha conseguido crear un equipo serio. Sin fuegos artificiales ni frases extravagantes, ha dado con la tecla y este Málaga enamora.
Volviendo al partido, consiguió el Málaga los tres puntos cuando casi se firmaba el empate. Pese a que no había pasado apuros, las lesiones casi consecutivas de Sergio Sánchez y Antunes habían puesto la pizarra de Gracia en jaque. Obligado a recomponer su equipo de circunstancias, el navarro no se arrugó y mantuvo sobre el césped la calidad y lo que anoche marcaba la diferencia: Amrabat.
El Málaga supo sufrir y fruto de ello llegó el gol. En la primera parte, el juego de tanteo era previsible a la espera de que los nervios y el ambiente de tensión en Anoeta consumiera poco a poco al equipo de Arrasate. Tras el descanso, el Málaga dio un paso al frente. Buscó la portería de Zubikarai, aunque las lesiones y las interrupciones del juego le hicieron perder la senda correcta. Todo ello hasta que Recio entró en el terreno de juego. Ese cambio fue decisivo para que el Málaga de Gracia volviera a coger el guión del partido y lo repartiera entre sus actores principales.
El Málaga gana en San Sebastián, la afición sonríe y Amrabat se erige con el MVP. Nada nuevo en el último mes de competición.
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